viernes, 6 de noviembre de 2009

Poeta en Orbita - Werner Ovalle

Salgo a la calle con mi sueño al hombro más hombre que poeta.
Me besa el aire, propiedad de todos, me falta en los zapatos la alta hierba que trae en subsuelo una infinita reptilidad de estrella.

Llega el periódico hasta mis oídos como paloma callejera y mi mano lo compra torpemente para leer el crimen y la niebla.

Si creyera en los ángeles diría que un ángel fiel me lleva.
Que fundé una sonrisa colectiva para bajar el sol a mi cabeza y que cambié una ropa de neurosis por una ropa nueva.

Sin embargo la calle me recibe como una tumba abierta.

Un perfil ciudadano me ha sellado la frente compañera.
Salgo a la calle y entro en la verdad total de la tragedia.

La sonrisa insepulta de un mendigo me pide lumas, ¡ay! como monedas y un personal otoño en el bolsillo me habla de nuevo día de hojas muertas.

Tengo quince años de perenne noche, de equilibrada cédula y he salido a la calle con corbata sobre mi corazón, como cometa, con camisa de tedio, con anillos de boda absurda y de orgullosa escuela, con pantalones llenos de si mismos, con anteojos cordiales que me llevan, con pacifica sien de combatido y cabellos insomnes, y las venas con pulso intenso de animal viviendo sobre su propia muerte casi muerta.

Salgo a la calle con olor a mar y necesaria devoción de tierra; mi garganta pluvial tragando fuego como una leche bélica y mis huesos sonando como antiguas flautas de sombra y siembra; me asfixio de olvidar lo que ayer era:
locura confundida de los días, carne vieja, o acaso luz de Dios en mis cabellos libres como banderas.

Tal vez el sueño sometió mis ojos y el odio hizo posible que viviera mi puño izquierdo con su piel de sombra, con su silvestre fuerza de vengador nocturno, de mínimo planeta, en órbita de sangre concedido hasta la misma sangre que más cerca de la sangre me cerca.

Salgo a la calle, canto, luego existo, luego pienso y la idea de ser parte del mundo me descubre en los hombros navegan encendidas todas las cabezas de los que llevan pies como ciclones y uñas como estrellas!

Me llamo obrero como Juan extranjero sin dejar de ser barro y de ser pueblo.
Soy portador de un corazón sin hélice de bohemia ternura que palpitan en el vértice del hombre.
Llevo una cara que me pertenece, cicatriz de la herencia, bandera de la sangre, azadón de los sueños populares.

Me han dicho que no es bueno que entre al humo tierno de las cantinas trasnochadas donde naufragan las estrellas diarias de los que dinamizan la ciudad.
Mas, nada importa, estoy junto a lo absurdo, junto a los rostros de alas enemigas que no entienden mi canto pero lo aman.
Soy el poeta, hermano de la luz, y eso me basta!

Soy,
hasta la muerte.

Viviré mucho más de los que mueran después de mí.
Traje a la tierra un signo de maíz cotidiano he sido entero para mi país y no he dado dinero, pero he dado la mano.
Y dí también la sien como ramo de sol.
Se alimentaron muchas en mi tienda de canto.
No disparé el revolver pero si la guitarra.
Defendí la marimba como a las hembras mías, le di todo a la pluma, estrangulé la garra y fuí el viento más dulce de las melancolías . . .


Werner Ovalle López (1928-1970).Poeta. Nació en Salcajá, Quetzaltenango. 
El resto de su biografia se encuentra en la siguiente direccion:


http://diariodelgallo.wordpress.com/2008/10/22/werner-ovalle-lopez/




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